La talla de Jesús de Nazaret en nuestra peculiar Santa Cena guarda una singular historia que no mucha gente conoce. En la Casa de Hermandad se conserva la tradición de que Víctor de los Ríos se inspiró en el semblante y la expresividad de un hotelero y actor alemán llamado Anton Preisinger que, entre 1950 y 1960, ganó cierta popularidad y admiración por encarnar a Jesús en un escenario único: La Representación de La Pasión en el pueblo bávaro de Oberammergau.

La talla de los doce apóstoles
En 1956, el maestro Víctor de los Ríos culminó el colosal conjunto escultórico de la Santa Cena de Linares. El contrato con la Hermandad había sido firmado un año antes, convirtiéndose así el taller que el escultor poseía en el barrio madrileño de Ríos Rosas en la incubadora de esta inigualable creación conocida en el mundo de la imaginería como «la Santa Cena del Sur»La Hornacina. Para dar vida a los apóstoles, el artista demostró un eclecticismo fascinante, recurriendo tanto a conocidos suyos de Cantabria como a presos de la cárcel de Carabanchel, que no quedaba muy lejos de su tallerHistoria de la Hermandad. Sin embargo, para la figura central de Jesús, la tradición sostiene que su mirada viajó mucho más lejos.
El eco de Oberammergau y Anton Preisinger
El pequeño pueblo alemán de Oberammergau (5500 habitantes) guarda desde 1634 la promesa cumplida de representar cada diez años la Pasión de JesúsPassion Play Oberammergau. Es un grandioso espectáculo que reúne a más de 2000 de sus habitantes sobre el escenario. La edición de 1950 fue especialmente simbólica, pues devolvía la representación tras la pausa obligada por la Segunda Guerra Mundial.
Según la base de datos biográficos Munzinger, los estatutos locales de aquella época en Oberammergau indicaban que los protagonistas eran elegidos tras una votación secreta organizada por un comité de dieciséis miembros, y decidida por el alcalde en caso de empate.
Según aquellos estatutos locales, los intérpretes debían ser nacidos en Oberammergau o haber residido allí al menos veinte años.
Anton Preisinger fue elegido para representar a Jesús el 8 de noviembre de 1949
La misma plataforma biográfica alemana informa de que aquel papel exigía no solo una inmersión en la figura de Jesús y capacidad interpretativa, sino también una notable resistencia física, especialmente en la sobrecogedora escena de la crucifixión. En la primavera de 1949 se llevaron a cabo los castings y deliberaciones previas que culminaron con la asignación de todos los papeles los días 8, 9 y 10 de noviembre de aquel año.
El 8 de noviembre de 1949, el mencionado comité local decidió que Anton Preisinger sería el encargado de asumir el papel de Jesús, tal y como lo reflejan algunas crónicas y testimonios gráficos de la época:
- Dos fotografías de Associated Press Photo muestran a Preisinger junto a su esposa y dos de sus hijas, Renate e Irmgard, el mismo día de su elección: Preisinger charlando con sus hijas y Preisinger abrazado a su esposa.
- Una nota de prensa recogida en el archivo digital australiano Trove informaba ya en 1950 sobre los ensayos en los que Anton Preisinger se preparaba para la magna representación de Oberammergau .
- Un artículo de 1960 en el New York Times (diez años después) comentaba que Anton Preisinger interpretaría el papel de Jesús por segunda vez.
Entendiendo a Víctor de los Ríos
Más allá de un parecido físico literal, parece ser que el verdadero interés de Víctor de los Ríos era captar la esencia expresiva. No buscaba una copia fiel de los rasgos de Anton Preisinger, sino un eco interior que trasladara a la madera la fuerza dramática de un rostro que, por algo, había sido elegido para encarnar a Jesús en la Pasión de Oberammergau. Así se entiende que, aunque la comparación fotográfica pueda no revelar un parecido inmediato, la inspiración trasciende lo físico para habitar en lo intangible: La capacidad de transmitir lo sagrado a través de la expresión y de la produndidad en la mirada.
La escultura, en este sentido, no es retrato ni calco, sino síntesis de influencias. La huella de una mirada, la serenidad de un gesto, la nobleza de lo que coloquialmente llamamos «el porte». Jesús de la Santa Cena de Linares no es igual que Anton Preisinger, pero sí recoge esa atmósfera que él proyectaba sobre el escenario. La tensión contenida, la espiritualidad en el semblante, y una cierta grandeza moral que el escultor supo traducir en volúmenes, planos y gubiazos.
Anton Preisinger, el rostro de Jesús.


Nacido el 2 de marzo de 1912 en Oberammergau, Anton Preisinger era padre de cinco hijos, heredero de la histórica posada “Zur alten Post”Alte Post y, por tanto, continuador de la tradición hotelera familiar.
Su nombre quedó grabado en la historia del Passion Play al encarnar a Jesús no solo en 1950, sino también en la edición de 1960, consolidando su imagen como una de las más icónicas del teatro religioso europeo de posguerraZVAB.
Linares y Oberammergau: Dos caminos que se cruzaron entre 1950 y 1960.






La tradición oral de la Hermandad sostiene que el escultor santoñés se inspiró en Anton Preisinger, cuya figura trascendió las fronteras de Alemania gracias a su interpretación de Cristo en el Passion Play de Oberammergau. No era un actor profesional, sino un hotelero profundamente vinculado a su comunidad, que asumió el reto de representar a Jesús en una puesta en escena de enorme exigencia física y espiritual.
La memoria que se conserva en la Hermandad apunta a que Víctor de los Ríos, atento a la expresividad y a la fuerza simbólica de los modelos de su tiempo, pudo encontrar en el porte sereno de Preisinger una referencia plástica para dar vida a Jesús en nuestra Santa Cena, dotando a su obra de una impronta inconfundible que la emparenta, de manera ciertamente sorprendente, con la tradición escénica centroeuropea.
El vínculo entre Linares y Oberammergau se teje en la memoria artística. Víctor de los Ríos dio forma a su monumental Santa Cena entre 1955 y 1956, dotando a Jesús de una expresividad que parece resonar con la mirada y la serenidad de aquel actor alemán que, en un lejano y pequeño pueblo alpino, había encarnado un lustro antes a Jesús de Nazaret.
Una obra maestra de la imaginería
Así, cada Semana Santa, cuando el misterio de la Cena procesiona por Linares, no sólo se contempla una obra maestra de la imaginería, sino también el trasfondo silencioso de una promesa cumplida cerca de los Alpes, uniendo para siempre la fe de dos localidades a través de la mirada serena de un Jesús universal.
De este modo, la Semana Santa de Linares se nutre de la tradición local, del arte sacro, y en una inesperada (y casi desconocida) conexión europea plasmada en la imponente figura de ese Jesús que sigue despertando admiración y curiosidad entre quienes contemplan el imponente paso de misterio de la Santa Cena del Sur.